sábado, 29 de diciembre de 2018

Vida


Cualquier cantidad de vainas malas, injustas, perversas. Cualquier cantidad de gente ignorándolas, desconociéndolas, justificándolas. Cada quien cargando su vida a cuestas... Lo de las responsabilidades, otro cuento.

Un mundo donde los niños siempre serán más.

Lo que ven. Lo que escuchan.

Lo que sale de cada una de sus bocas. De sus dedos.

Lo que se queda en cada uno de sus cerebros. Dando vueltas. Haciendo ruido. Sin poder hacerse palabra.

Niños felices antes de un bombardeo.

Niños felices hasta que ya no pueden serlo.

Papá, ¿cómo nacen los niños?

¿Para qué?

Niños haciéndole daño a otros.

Niños asustados creyendo en el infierno.

Monaguillos abusados.

Crecer. (Hacia dónde).

El primer día de clases.

Aprender a leer.

Gauss entregando la tarea que le puso el maestro para mantenerlos ocupados.

Quedar de último cuando están armando los equipos.

Quedar por fuera. Siempre.

Abrazar a tus hijos.

Separarlos.

No comer para que ellos puedan hacerlo.

El Niño Jesús no existe.

Niños protegiéndose entre las piernas de sus padres.

Madres rezando por sus hijos malandros. Escondiéndolos. Rogando por sus vidas.

Hijos de corruptos estrenado ropa.

Ancianos viéndose en fotos en los brazos de sus madres.

El olor del mar mientras limpias la nariz de tu hijo en su primer día de playa.

El viento y el sol frente a una tumba.

Reír.

Luchar.

El llanto del que nace.

sábado, 22 de diciembre de 2018

Creyones


Leí por ahí que con la conquista de América fue arrancada una página del libro del universo. La frase es atribuida a José Martí, pero no logré encontrar la fuente. (Quién la arrancaría).

Veía con mis hijos una recreación de la evolución de los homínidos hasta llegar a nuestra especie. La calle ciega que fue el Homo neanderthalensis. (Aún cuando recientes estudios indican que sí llegamos a cruzar nuestros genes).

Estar siempre será la antesala de cierta ausencia.

Vive uno en lo concreto. Y nuestra imaginación yendo hacia adelante, hacia atrás. Sueños dirigidos. Tomados de sus crines. Caballos sinápticos.

Cierras las ventanas antes de abrir los ojos. Todo lo que te rodea. Lo cotidiano. Agria tu boca. Aliento de no comer.

Sirven las palabras para convocarnos. Para unirnos en torno. En contra y a favor. La boca de donde vienen. Los que sí comen.

Arranca Lucy una raíz. Muerde un fruto. Gruñidos. AL 288-1.

El desarrollo del lenguaje. ¿Cuándo la primera mentira?

El poder como una pequeña esfera. Quizá más pequeña que una canica. Abrir la boca y tragarla. Ondas buscando oídos. Resonancias para hacerse fuerte. Crecer.

«Y así como en la vida privada se distingue entre lo que un hombre piensa y dice de sí mismo y lo que realmente es y hace, en las luchas históricas hay que distinguir todavía más entre las frases y figuraciones de los partidos y su organismo real y sus intereses reales, entre lo que se imaginan ser y lo que en realidad son.» Carlos Marx. De El dieciocho brumario de Luis Bonaparte.
 
Paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad.

Árboles de plástico.

sábado, 8 de diciembre de 2018

Dos máquinas


En cierto momento, fueron creadas dos máquinas. La primera y más grande, se alimentaba de quejas, arrecheras y frustraciones. Trabajaba mucho y de manera muy eficiente. Entraban las quejas por una serie de dispositivos dispuestos en cualquier lugar imaginable: casas, oficinas, dependencias públicas, bancos, tiendas, colas, escuelas, transporte público, confesionarios, farolas, árboles y arbustos sin flores... Entregaba como producto final, motivos para quejarse, arrecharse y frustrarse. La basta red que la surtía de materia prima servía a su vez para distribuir la producción. La información era clasificada y organizada de acuerdo a su recurrencia e impacto. Se creaban varios tipos de paquetes: los genéricos que contenían los motivos más repetidos en las últimas horas, y los paquetes segmentados por intereses. Continuas mejoras eran introducidas para mejorar su eficiencia. La creación del dispositivo personal portable permitió su crecimiento exponencial. La máquina creció, creció, creció... Crecía sin parar. Todos los días. Todas las horas. Los paquetes genéricos se hicieron más voluminosos al principio, regularizando su tamaño al cabo de un tiempo como bien observó la comisión encargada del seguimiento y control. Los paquetes por intereses se diversificaron llegando a la individualización anímica. Si no hubiesen estado tan arrechos y frustrados, se hubiese podido decir que cada día era más feliz su quejadera. (Así como Víctor Hugo decía que la melancolía era la alegría de la tristeza, era la quejadera la alegría de su infelicidad).


La otra máquina era un cafetera-ambientador-despertador musical. Su funcionamiento y mantenimiento eran, en apariencia, sencillos. Funcionaba de maravilla, hasta que, cualquier día, sin avisar, dejaba de hacerlo. La gente creía poder arreglarla. Retiraban el único tornillo que sujetaba la tapa trasera, para descubrir un cartel con la siguiente inscripción: Querido usuario, le informamos que esta máquina no tiene reparación, no lo intente, pues será frustrante. Debe hacer una solicitud de recambio en la dirección que encontrará al reverso. Sepa que este dependerá de la disponibilidad de equipos y de que no comente a nadie sobre esto. Paciencia... Y si quieres te arrechas.

sábado, 1 de diciembre de 2018

Árboles


Sol calcinante o calles inundadas. Este clima, al igual que nosotros, no conoce de mesura. Los extremos. Las puntas. La lluvia o su ausencia.

Darle cualidades humanas a las cosas. Lo contrario. Tiene dientes y no come. Barba, y no es chivo. Hombres de maíz que solo lo han visto en los mercados.

Cumplir años es completar una vuelta. La estrella más cercana. Abrir surcos en la tierra. Los ciclos. Esperar.

Y deberás plantar
y ver así a la flor nacer
y deberás crear
si quieres ver a tu tierra en paz (8)

¿Haz esto y tendrás aquello?

No aguanta más la nube y cae la primera gota.

Cuando sea grande quiero ser ___________________.

El árbol en el que nos convertimos. Cuáles nuestros frutos. ¿Buena nuestra sombra?

La primera vez que metieron preso a Jean Valjean, el de Los miserables, fue porque robó una hogaza de pan. Antes de eso trabajaba podando árboles pero no le resultó mucho. De un árbol vino la materia prima para el papel donde imprimieron la edición en rústica donde lo leí. Esa que traje de Cuba y que se comieron los comejenes. Los árboles tienen millones de años acá en la Tierra. A Dios nos lo inventamos harán unos pocos miles. Solicito amor, sí. Obra de Dios un coño.

Ese árbol allá, en la punta de esa loma, no soy yo. Tampoco el viento ni mi nombre... Bueno, quizá sí. A veces.

¿Detrás de cuántas cosas quisimos ir? ¿Dónde hundimos nuestras raíces?

Sales y ves que casi todo el mundo ha perdido muchísimas hojas.

¿Nos engañaron con la primavera?

lunes, 19 de noviembre de 2018

Cajas


Diez años a partir de ahora. Cuántos seguiremos acá. Vivos.

¿Cuántas cajas de CLAP puedes llenar con los libros que has leído?

Si no tienes cómo procesarlo, de bolas que todo esto te va a desbordar. Demasiadas cosas fuera de tu control. A merced de otros. Si te dejas.

¿Qué te hace feliz?

Ahora imagina eso dentro de un diagrama. Flechas y rayitas entrando, flechas y rayitas saliendo.

¿De dónde vienen las rayitas?
¿Tienes control sobre su origen?
¿Cuándo te hablo de control, entiendes a lo que me refiero?

Si las cosas vienen de otros, si otros tienen el control, te tienen agarrado por las bolas (lenguaje inclusivo mis bolas).

Unos pocos tipos arriba de todos nosotros. Diciendo sí, diciendo no. Algunos son gobierno, otros aspirando serlo. Si te dejas.

Solo tienes control sobre ti. A veces. Sobre la mayoría de las cosas, casi nunca.

¿Qué te hace feliz?

Y sí, de bolas que sabemos cuando somos felices. Tamaña estupidez decir que se puede ser feliz sin saberlo. Duda de la gente que repita esa formulita. De aquellos que no entiendan a cuál estoy haciendo referencia. (Escribir para dejar gente afuera. No sé hacerlo de otra forma).

Solo tenemos esta vida. Que solo nos pueden quitar lo que no es nuestro. Y hablo de la vida, no como totalidad comprendida entre el nacer y morir (breve luz entre la nada), sino como lo vivido.

Los Caminos de la Vida (8)

Quizá todo esto que escribí no sea más que otra posible rayita fuera de ti. Es lo bueno del conocimiento, solo te lo puede quitar el Alzheimer, si te dejas.

¿Cuánto te dura una caja de CLAP?

Para los estándares actuales, esto está muy largo. Facebook solo te muestra las primeras cuatro líneas de un estado así. Te agarré porque estás acá. Contra eso luchamos. Límites de atención pequeñitos. Así te quieren los de arriba. No te dejes.

Ahora lee esto que dice Saramago a través de uno de sus personajes de la novela Claraboya:
«Cuando seas mayor querrás ser feliz. Por ahora no piensas en ello y lo eres precisamente por eso mismo. Cuando pienses, cuando quieras ser feliz, dejarás de serlo. Para siempre… La felicidad no es cosa que se conquiste. Te dirán que sí. No lo creas. La felicidad es o no es.»

Qué te parece. Bueno, eso está dentro de una novela de 373 páginas. La idea que te hiciste al leer solo ese pedacito. La idea que te puedes hacer al leer toda la novela. Al leer muchas.

Espero que todo esto no te siga desbordando.

Nos vemos en diez años. Y si ya no estoy, siempre estaré acá. Y en todo lo que he escrito.

¿Feliz?

sábado, 10 de noviembre de 2018

Esto


«Lo mismo no vuelve, es el volver solamente quien es lo Mismo de lo que deviene.» Deleuze sobre Nietzsche.

Cuando extrañas, qué extrañas. Recuerdas ciertas cosas. Sensaciones. No es como en la televisión o en el cine, no hay nubecitas ni desvanecimientos con fondo musical. Extrañamos la idea que nos hicimos sobre ciertos momentos.

Son tantas las cosas que vivimos diariamente. Un gran número de ellas solo son paisaje en ventanas por las cuales no miramos.

Una espiral que sube. Y nosotros de pie.

Calle de un solo sentido de la cual saldrás, quieras o no. 

Aunque solo quede tiempo en mi lugar (8)

Vive uno el ahora, siempre. Aprehender todo cuanto podamos.

Aprender.

Nuestra carne no será nada.

          





sábado, 3 de noviembre de 2018

Solos


«En la soledad crece lo que cada cual lleva consigo, incluso la bestia interior. Por lo mismo, hay que apartar a muchos de la soledad.» Así hablaba Zaratustra.

Somos con y en los otros. Tu mamá cargándote. Toda tu familia cantándote el cumpleaños. Tus amigos. Con los pañales que te di. Compañeros de escuela. El tipo que te sostiene la puerta del edificio cuando vienes cargando un botellón. La amiga que te dice que menos mal que cortaste a ese tipo. Cartas desde otros países. Todos tus abrazos.

Pero la cosa no es tan sencilla. No tiene por qué serlo. Vamos haciéndonos. Lengua, actos, silencios. Nuestros genes, información buscando replicarse. Cada uno de los pisos de la Pirámide de Maslow. Urgente respirar, comer, hidratarnos, dormir, excretar, coger (aunque nadie se haya muerto por no hacerlo, muchos por hacerlo). Y vas subiendo; seguridad, pertenencia a grupos, amistad, respeto, confianza, estima y autoestima. Punta la autorrealización. Y si bien hay gente que dice que no es exactamente así, me gusta esa forma de explicarnos.

Mi madre, Gloria, siempre nos ha dicho cuánto le asombra que haya tanta gente en el mundo. Lo suelta cada tanto mientras estamos rodando por ahí haciendo diligencias. Mientras esperamos en un semáforo. En algún estacionamiento. Años escuchándola y siempre resulta gracioso. Y cierto.

Y están todas las cosas que nos guardamos para nosotros. Terapeutas. Abogados. Búsquedas privadas en Internet. Masturbaciones. Peas honestas.

Recuerdan que comencé diciendo que somos con y en los otros. Ajá, sí. Pero si me lo preguntaran en la calle, pongamos que un periodista, o un tipo con un canal de YouTube, o algún existencialista angustiado, diría que somos nuestras diferencias.

La adolescencia es una etapa bastante compleja. Toda esa ansiedad. Esa necesidad de pertenecer, de encajar, de ser queridos, de tocar y ser tocados. Genes. Biología.

Y es ahí, justo ahí, cuando comenzaremos a convertirnos en lo que seremos el resto de nuestras vidas. Porque si bien la niñez es la base de muchos de nuestros conflictos interiores, es en la adolescencia cuando estos deben lidiar y relacionarse con los (de) otros. Súmale los propios de esa etapa. Decisiones. Actos y omisiones. Lo que mostraremos y lo que ocultaremos. ¡Pun!

Creo que la mayoría de la gente no se basta ni se soporta. De ahí que no les guste mucho que el estar solos. Basta ver todo lo que han significado las redes sociales para tantos. La permanente búsqueda de seguridad. De reafirmaciones. De interacciones.

Tengo casi quince años de casado y cinco hijos. Los genes ganaron y es bastante probable que continúen. Disfruto y valoro mis momentos de soledad. Tengo muchos, todos los días. Mi actividad económica me los permite.

Leer es un acto individual.

Todas las fiestas a las que no te invitaron.

Cuando tantas cosas dejan de importarte. Tantos pero no todos. Creces.

Imagina por un momento un mundo sin espejos.

sábado, 27 de octubre de 2018

Manos


Extender tus manos a la altura de tus ojos. Mirar tus palmas. Sus diez dedos (los que tengas). Las líneas que se dibujan. Tus huellas dactilares. Primeras, segundas y terceras falanges. Tus muñecas y sus tendones. Pulgares oponibles.

Proximal, medial, distal.

Las manitas de tus hijos. Lo pequeñas que son las uñas de sus meñiques. Cuando toman por primera vez alguno de tus dedos.

Manos que aplauden. Que aman.

Que abofetean. Que hacen puños. Que matan.

Amasando pan. Haciendo arepas. Labrando la tierra.

Que convalecen. Que mueren. 

Doblándonos en número.

Cruzadas sobre nuestro cadáver.

Firme alrededor de un bisturí. Sobre las cuerdas de un violín. Limpiando pescados. Cortando otras.

Tomando un par de anillas. Lanzando detrás de la línea de tres. Parando un penal.

Escribiendo.

Abriendo puertas. Cerrándolas.

Jurando sobre tu corazón.

Tapando tus bostezos.

Alternadas sobre un pasamanos.

Estrechando otras con seguridad. Apenas puestas con desdén y desprecio.

Chócala.

Tirando cabelleras. Nalgueando. Apretando cuellos durante el sexo.  

Piedra, papel o tijera. 

Sobre aquello que amas.


(No sabía que escribir y extendí las palmas de mis manos frente a mis ojos)

sábado, 20 de octubre de 2018

Cierto


Cierto(s) acto(s), cierta gente. Cierto(s) momento(s).

«La anáfora es una figura retórica que consiste en la repetición de una o varias palabras al principio de un verso o enunciado.» 

Dibujar una estrella. Una flor. Una mandala. ¿Las ven?

Comienzas a leer. Y está esa palabra a la cual te hago volver. Varias veces. Puntas. Pétalos...
Metáfora. Del lat. metaphŏra, y este del gr. μεταφορά metaphorá.

1. f. Ret. Traslación del sentido recto de una voz a otro figurado, en virtud de una comparación tácita, como en las perlas del rocío, la primavera de la vida o refrenar las pasiones.
Instante(s). Momento(s). Punto(s).

Los tiempos verbales. Nuestro muñequito de palitos en cada uno de ellos.

¿Cuándo debo ser preciso?

¿Lo son los libros sobre los cuales se han edificado tantas religiones?

Cuánta gente lee esto.

¿Me entendéis?

sábado, 13 de octubre de 2018

Seguir


«No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio.» Albert Camus

Seguir o parar. Imagina por un momento a una persona que haya tomado la segunda opción. Puede que tu también lo hayas pensado en alguna oportunidad.

Sabemos que todo esto terminará en algún momento. Salvo, claro, en esas oportunidades en las que somos jóvenes e irresponsables y nos creemos eternos. Indestructibles.

La mayoría no pasa de ahí, de pensarlo. Pero qué de los que sí lo hacen. Y cierran los ojos y ven, todo el mar en primavera.

Bang. Bang. Bang.

Irse de esa forma. Listo. Te apagaste. No más. Y qué de los que dejas.

¿Cuánto de nuestras vidas nos pertenece?

Sigues. Y te vas llenando de cosas. De gente. De afectos.

Vives y recuerdas. Sonríes. Lloras. Besas y abrazas. Y sigues. Y eso quieres.

Y qué con los que no.

Este país, justo ahora.

No tengo respuestas. Me hubiese gustado tenerlas.

Extraño tus colores.

sábado, 6 de octubre de 2018

[Desiste]


Insistir. Volver sobre lo mismo. Interesante vocal. Suena punzante. El dedo índice sobre la frente. Una, dos, tres veces. In sis tir.

Imaginamos cosas. Permanentemente. Nuestras acciones buscando fines. Ahora imagina a todos en lo mismo.

[Desiste], nos dice un lengua mocha. Y no sabemos qué hacer. Aferrados a la raíces que asoman a la superficie.

¿Dónde habías hundido tú las tuyas?
Queremos certezas. Seguridad. Siendo tan amplia y compleja la realidad concreta, refugiarnos en la maleabilidad de nuestras percepciones. No.

Este país, justo ahora. El enorme campo gravitatorio de nuestras necesidades básicas. Y tú, aquí, [desistiendo].

Mi hermano, Víctor, una vez me dijo algo que siempre recordaré: todos tenemos un límite, hermano. Va a llegar el momento en el que vas a decir: no, esto no lo haré. Luego hablamos del límite elástico y el límite plástico de los materiales. Estudiantes de ingeniería mecánica ambos.

¿Dónde te imaginas dentro de cinco años?
¿Haciendo qué?
¿Qué comerás el próximo sábado?

Confiaban en las indicaciones que les habían dado. Siga derecho, sin desviarse, y va a llegar a eso que busca. Se imaginaban ahí. Ahora estamos acá, [desistiendo].

¿Cuál es la probabilidad de que todos los que se han ido regresen?
¿Cuál la de que todos los que están se vayan?

Cruzarse en el mismo aeropuerto. En la misma terminal de autobuses. En la misma frontera. 

¿Ha de ser tu centro, tu vida y la de los tuyos?

Decir que sí, decir que no.

[Desiste], amigo.

sábado, 29 de septiembre de 2018

Vivir


«Hablar es una bella locura: hablando, baila el hombre sobre todas las cosas.» Así hablaba Zaratustra.

Pues sí, vivir es esto. Tú, que lees. Todo lo que te ha rodeado e interactuado contigo hasta ahora. Yo. El resto.

Ponernos en situación. Cómo llegamos hasta este ahora. Sobre eso quiero escribir. Intentaré hacerlo todas las semanas. Publicar los sábados.

Reacciones, estímulos. Interacción permanente entre cualquier cantidad de elementos.

Prendes la tele. Abres una pestaña del explorador. La puerta de tu casa. La página de un libro. Levantas el teléfono. Tu dedo sobre el táctil.

¿Alguna vez has enviado una carta?

Estoy muy cerca de los cuarenta. Del cuarto piso. Salvo los suicidas, creo que nadie sabe qué altura tendrá su edificio. Quiero seguir acá por mucho tiempo.

Padres nacidos en los cincuenta. Primera generación universitaria. Tesis de grado pendiente junto a un par de materias por violación de prelaciones. Creo que una pasantía adicional. Total que nunca seré ingeniero. Dejó de interesarme hace mucho si es que alguna vez de verdad lo hizo. Cito a Madia, mi hermana menor, cuando le tocó hablarle a una promoción de bachilleres en su acto de grado, «Las decisiones que tomen deben surgir de un profundo análisis de su realidad. Por favor no se vuelvan solo eco. Sean una voz auténtica. Cuando salía de bachillerato, pensaba precisamente que algunas de las decisiones más importantes de nuestras vidas, nos tocaba reconocerlas y afrontarlas en el momento quizá de mayor confusión. En el momento en el que estamos aprendiendo a conocernos y a conocer a los otros a profundidad.»

Ninguno de mis abuelos nació en el estado Zulia. Nací en Cabimas, muy cerca de donde vivo.

La vida que imaginaba cuando cumplí veinte. Nuestras decisiones y sus consecuencias. Supongo que conocen los rudimentos de la Teoría del Caos. Cómo pequeños cambios en las condiciones iniciales pueden generar resultados imprevisibles. Ya saben, lo de la mariposa que aletea y la tormenta del otro lado del planeta.

Levantaste la vista. O quizá no. Eso hice yo después de escribir el punto del párrafo anterior. Busqué los aleteos que explicaran las tormentas de mi vida. Sí, lo sé, excesivo el sustantivo. Al menos en mi caso. Cada uno de ustedes sabrá lo que ha vivido. Las relaciones causales, bueno, eso es otro cuento.

Imagina una persona viendo una serie sobre tu vida. Todas las cosas que quedarían fuera. Cada una de tus deposiciones, por ejemplo. Los momentos claves. La música incidental para cada uno de ellos. Coño, no, no hagas eso. Sí, sé que mañana debo levantarme temprano, pero un capítulo más a ver qué pasa. O quizá tu serie no le interese a nadie y no pase del piloto. Nadie quiere ser actor de relleno. Sabes, de esos que no salen en los créditos, o a lo mucho, con un nombre genérico: motorizado, cajero, farmaceuta.

La cosa es que nadie se sale de su vida. No hay forma.

Al despertar, vuelves a estar dentro de ti. Quizá no recuerdes dónde estás. Cuentos de esos tenemos casi todos. Pero estoy seguro que esa no es la normalidad. Sigue todo justo donde lo dejaste. No te recomiendo nada que te haga perder el control de ti. Vive bien

“Papá, dónde está mi esposa”. Todas las cosas que llevaron a mi hijo de cuatro años a hacerme esa pregunta.

Son muchas las cosas que desconocemos.

¿Justo ahora, qué te preocupa?


Chao, nos leemos la próxima semana.