domingo, 7 de marzo de 2021

Puro

Que yo era el 'Hombre Nuevo' me dijo un día. Alguién muy joven, cuando yo también lo era. Esas cosas solo se dicen cuando se es muy joven (y cuando se es puro). Recuerdo que reí apenado, y lo negué. Algo dije sobre un sitio al cual no se llega nunca pero que indica hacia donde ir. Sentí que hice lo correcto. Sentía que había una línea muy clara que no debía pasar, nunca. Sigue ahí la línea, y yo, tras ella.

¿Cuánto de lo que somos llega a los otros?

El mundo, tal cual era, no me gustaba. Creía poder cambiarlo. Era tan ingenuo. Habitaba aún en mí la esperanza. Enfermaba mi racionalidad. Se colaba en tantos de mis actos. En mis palabras. Insuflaba mi verbo y con él encendía a otros. A tantos.

¿Cuánto de los otros nos hace lo que somos?

El mundo, tal cual es, no me gusta. Sé que no puedo cambiarlo. Ya no soy tan ingenuo. Ya no habita en mí la esperanza. ¿Enferma la racioanlidad? Se cuela en tantos de mis actos. En mis palabras. Insufla mi verbo y apago a los otros. ¿Tantos?

Decía Francis Bacon que la esperanza es un buen desayuno, pero una mala cena. Espero estar cerca del mediodía de mi vida. Almorzar otra cosa y cenar tranquilo con la vida que hice.

Algo dentro de nosotros arde, resuena, ansía. Camina de un lado a otro con las manos en los bolsillos. Se asoma a los ojos, sus ventanas. Busca en los otros, los llama. Quiere ser visto, tomado en cuenta. Participar, estar, compartir, jugar, luchar, crear... Pero, estoy seguro que a todos nos llega el momento en el cual nos hartamos de todo y de todos. Y de ese fuego, simples brasas que únicamente podrán calentar nuestras manos. Puede que con ellas aún podamos crear algo que nos permita continuar acá de alguna forma. Quizá una pequeña chispa baste para algún otro. Quiza un par de líneas bien escritas. 

Fuego de colores. Humo. 

Bálsamo y daga.