lunes, 19 de noviembre de 2018

Cajas


Diez años a partir de ahora. Cuántos seguiremos acá. Vivos.

¿Cuántas cajas de CLAP puedes llenar con los libros que has leído?

Si no tienes cómo procesarlo, de bolas que todo esto te va a desbordar. Demasiadas cosas fuera de tu control. A merced de otros. Si te dejas.

¿Qué te hace feliz?

Ahora imagina eso dentro de un diagrama. Flechas y rayitas entrando, flechas y rayitas saliendo.

¿De dónde vienen las rayitas?
¿Tienes control sobre su origen?
¿Cuándo te hablo de control, entiendes a lo que me refiero?

Si las cosas vienen de otros, si otros tienen el control, te tienen agarrado por las bolas (lenguaje inclusivo mis bolas).

Unos pocos tipos arriba de todos nosotros. Diciendo sí, diciendo no. Algunos son gobierno, otros aspirando serlo. Si te dejas.

Solo tienes control sobre ti. A veces. Sobre la mayoría de las cosas, casi nunca.

¿Qué te hace feliz?

Y sí, de bolas que sabemos cuando somos felices. Tamaña estupidez decir que se puede ser feliz sin saberlo. Duda de la gente que repita esa formulita. De aquellos que no entiendan a cuál estoy haciendo referencia. (Escribir para dejar gente afuera. No sé hacerlo de otra forma).

Solo tenemos esta vida. Que solo nos pueden quitar lo que no es nuestro. Y hablo de la vida, no como totalidad comprendida entre el nacer y morir (breve luz entre la nada), sino como lo vivido.

Los Caminos de la Vida (8)

Quizá todo esto que escribí no sea más que otra posible rayita fuera de ti. Es lo bueno del conocimiento, solo te lo puede quitar el Alzheimer, si te dejas.

¿Cuánto te dura una caja de CLAP?

Para los estándares actuales, esto está muy largo. Facebook solo te muestra las primeras cuatro líneas de un estado así. Te agarré porque estás acá. Contra eso luchamos. Límites de atención pequeñitos. Así te quieren los de arriba. No te dejes.

Ahora lee esto que dice Saramago a través de uno de sus personajes de la novela Claraboya:
«Cuando seas mayor querrás ser feliz. Por ahora no piensas en ello y lo eres precisamente por eso mismo. Cuando pienses, cuando quieras ser feliz, dejarás de serlo. Para siempre… La felicidad no es cosa que se conquiste. Te dirán que sí. No lo creas. La felicidad es o no es.»

Qué te parece. Bueno, eso está dentro de una novela de 373 páginas. La idea que te hiciste al leer solo ese pedacito. La idea que te puedes hacer al leer toda la novela. Al leer muchas.

Espero que todo esto no te siga desbordando.

Nos vemos en diez años. Y si ya no estoy, siempre estaré acá. Y en todo lo que he escrito.

¿Feliz?

sábado, 10 de noviembre de 2018

Esto


«Lo mismo no vuelve, es el volver solamente quien es lo Mismo de lo que deviene.» Deleuze sobre Nietzsche.

Cuando extrañas, qué extrañas. Recuerdas ciertas cosas. Sensaciones. No es como en la televisión o en el cine, no hay nubecitas ni desvanecimientos con fondo musical. Extrañamos la idea que nos hicimos sobre ciertos momentos.

Son tantas las cosas que vivimos diariamente. Un gran número de ellas solo son paisaje en ventanas por las cuales no miramos.

Una espiral que sube. Y nosotros de pie.

Calle de un solo sentido de la cual saldrás, quieras o no. 

Aunque solo quede tiempo en mi lugar (8)

Vive uno el ahora, siempre. Aprehender todo cuanto podamos.

Aprender.

Nuestra carne no será nada.

          





sábado, 3 de noviembre de 2018

Solos


«En la soledad crece lo que cada cual lleva consigo, incluso la bestia interior. Por lo mismo, hay que apartar a muchos de la soledad.» Así hablaba Zaratustra.

Somos con y en los otros. Tu mamá cargándote. Toda tu familia cantándote el cumpleaños. Tus amigos. Con los pañales que te di. Compañeros de escuela. El tipo que te sostiene la puerta del edificio cuando vienes cargando un botellón. La amiga que te dice que menos mal que cortaste a ese tipo. Cartas desde otros países. Todos tus abrazos.

Pero la cosa no es tan sencilla. No tiene por qué serlo. Vamos haciéndonos. Lengua, actos, silencios. Nuestros genes, información buscando replicarse. Cada uno de los pisos de la Pirámide de Maslow. Urgente respirar, comer, hidratarnos, dormir, excretar, coger (aunque nadie se haya muerto por no hacerlo, muchos por hacerlo). Y vas subiendo; seguridad, pertenencia a grupos, amistad, respeto, confianza, estima y autoestima. Punta la autorrealización. Y si bien hay gente que dice que no es exactamente así, me gusta esa forma de explicarnos.

Mi madre, Gloria, siempre nos ha dicho cuánto le asombra que haya tanta gente en el mundo. Lo suelta cada tanto mientras estamos rodando por ahí haciendo diligencias. Mientras esperamos en un semáforo. En algún estacionamiento. Años escuchándola y siempre resulta gracioso. Y cierto.

Y están todas las cosas que nos guardamos para nosotros. Terapeutas. Abogados. Búsquedas privadas en Internet. Masturbaciones. Peas honestas.

Recuerdan que comencé diciendo que somos con y en los otros. Ajá, sí. Pero si me lo preguntaran en la calle, pongamos que un periodista, o un tipo con un canal de YouTube, o algún existencialista angustiado, diría que somos nuestras diferencias.

La adolescencia es una etapa bastante compleja. Toda esa ansiedad. Esa necesidad de pertenecer, de encajar, de ser queridos, de tocar y ser tocados. Genes. Biología.

Y es ahí, justo ahí, cuando comenzaremos a convertirnos en lo que seremos el resto de nuestras vidas. Porque si bien la niñez es la base de muchos de nuestros conflictos interiores, es en la adolescencia cuando estos deben lidiar y relacionarse con los (de) otros. Súmale los propios de esa etapa. Decisiones. Actos y omisiones. Lo que mostraremos y lo que ocultaremos. ¡Pun!

Creo que la mayoría de la gente no se basta ni se soporta. De ahí que no les guste mucho que el estar solos. Basta ver todo lo que han significado las redes sociales para tantos. La permanente búsqueda de seguridad. De reafirmaciones. De interacciones.

Tengo casi quince años de casado y cinco hijos. Los genes ganaron y es bastante probable que continúen. Disfruto y valoro mis momentos de soledad. Tengo muchos, todos los días. Mi actividad económica me los permite.

Leer es un acto individual.

Todas las fiestas a las que no te invitaron.

Cuando tantas cosas dejan de importarte. Tantos pero no todos. Creces.

Imagina por un momento un mundo sin espejos.