sábado, 9 de noviembre de 2019

Huellas


A Thom Yorke lo vi una vez en la cola para pagar en Makro. Imaginen mi sorpresa. Miré alrededor y la gente como si nada. Era el Thom Yorke que se tira en la piscina al terminar de tocar Anyone Can Play Guitar en el programa ese de MTV... Bueno, no creo que fuese él, pero se parecía igualito. Bajito y con su ojito dormilón. Fue un diciembre hace tanto.

Leí Autopista del sur, y a las semanas me tocó hacer una cola interminable, en, adivinen... Makro. Esa vez no me encontré con nadie famoso. Pero ahí estaba Cortázar. Bueno, lo que su obra hizo en mí. Y me imaginaba la situación como si fuese ese cuento. La ficción de lo cotidiano. El olor a detergente y a cauchos nuevos. Creo que fue en uno de los tantos febreros que he olvidado.

Una vez me encontré a Luis Britto García en una Filven que hicieron en el Teatro Teresa Carreño. Y por supuesto, cual fan enamorada, me acerqué a decirle cuánto admiraba su obra. Le hablé de la vigencia de El imperio contracultural: del rock a la posmodernidad. Recuerdo que estaba con un señor que no reconocí. Le ofrecí disculpas por la interrupción y hasta una foto me tomé con Luis Britto. Cada vez que recuerdo el episodio, pienso en la posibilidad de que el tipo también fuese un escritor famoso y yo ni fu ni fa con él. Y así con tanta gente tantas veces. Capaz y yo haya sido el único que notó al Thom Yorke de la cola de Makro. I'm a weirdo.

El cigarro que me fumé al salir del cine después de ver RocknRolla. Solo estábamos Patricia y yo en la sala. Última función. El estacionamiento del Centro Comercial y su único huesped. La colilla girando en el aire, toda slow motion. La velocidad y la aceleración de los objetos al ser atraídos al centro de la Tierra.

Cuenta María Kodama, que mientras esperaban en un hotel en Madrid que los buscaran para ir a cenar, un tipo delgado con acento inglés se arrodilla, le toma las manos a Borges y dice: «Maestro, yo lo admiro, leí toda su obra». La cosa ocurrió a principios de los 80. Borges, le dice: «Yo no veo. ¿Usted quién es, señor?». Dice el otro: «Soy Mick Jagger». «Ah», le dijo Borges. «Uno de los Rolling Stones», Jagger le contestó: «¡Usted no puede saber de mí!». Casi se desmaya.

Cantaba y le cantaban a Borges, no el Happy Birthday, sino Another Brick in the Wall Part 2. Borges cantando una canción de Roger Waters todos los años.

Saltar de un producto cultural a otro. Ideas que salieron de la cabeza de algún individuo para crecer y multiplicarse en las de tantos. Pisadas y huellas en el imaginario colectivo. Dejar pedazos por ahí que nos sobrevivan.

Recuérdame (8)