domingo, 29 de marzo de 2020

Cuando yo era grande


Los campos gravitatorios de la biblioteca y la cocina. Días de guarecernos en casa. De comer lo justo pues nadie sabe cuánto durará esto. Paseo mi mirada sobre los lomos y apenas descubro un puñado de nombres femeninos. ¿Cuántos libros escritos por mujeres he leído?

Pocos.

Leo los nombres y me salto todo el debate alrededor del género, la orientación y la identidad sexual. Sol, Laura, Ana y Carla son nombres de mujeres. Estoy seguro de que no tienen pipí y que ustedes saben de lo que hablo.

Por qué tan pocas.


Hablan los personajes y nos hacemos una idea sobre ellos. Algunos autores nos describen parte de su mundo interior. Ifigenia, esa muchacha que escribía porque se aburría, me ladilló sobremanera en bachillerato. Apenas leí algunas páginas. Debo volver a intentarlo ahora que no tengo trece años.

Reviso ahora mi colección de discos, mis archivos de música. En la relación siguen predominando los hombres, pero hay muchas más mujeres.

La posición original de Rawls.

Corro detrás de algo que nunca alcanzaré. Algunas veces, siento que con solo estirar un poco más el brazo podría tocarlo. En otras, apenas logro distinguir un punto. Pero no me detengo. Ya llegará el momento de hacerlo, lo quiera o no.

Vive uno en el ahora. En el acá.

«
Cuando yo era grande», decíamos cuando niños. Y era una cosa maravillosa convertir un deseo futuro en experiencia pasada. Y el pedazo de vida que va desde la última vez que lo dijimos hasta el ahora donde leemos esto.
El otro. La otra. Los Orozco en lenguaje inclusivo.

Cuánto de lo que intentamos comunicar llega.

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